ELABORACION DEL "UNGUENT DE LA ROSÁ"

El año pasado, por mayo, comencé los preparativos para elaborar un unguento curativo de uso tradicional en la zona de la Sierra de Mariola, el llamado "unguent de la rosá". Está indicado para hematomas, esguinces, golpes, para acelerar la curación de pequeñas quemaduras, contusiones y dolores musculares.

A la hora de elaborar cualquier tipo de pomada o unguento es importante tener en cuenta una serie de consejos:

-Las plantas tienen principios activos hidrosolubles (se extraen al combinarse con agua) y liposolubles (se extraen disueltos en aceites o grasas). Otra forma de extracción es mediante tinturas en alcohol rebajado al 20% con agua destilada. Podemos consultar que tipo de principio activo queremos extraer en función de los resultados que buscamos obtener.

-La piel tiene una capa lipídica, esto es, de compuestos grasos. Para que el principio activo de un medicamento o preparado penetre más fácilmente en ella, debe tener ciertos componentes grasos para sortear esa barrera natural.

-Los preparados a base de grasas animales (sebo y manteca), si bien al ser grasas más afines a nuestra piel, su duración es aproximádamente de 1 año. Tenerlo en cuenta a la hora de calcular cuanto preparado vamos a necesitar para no tirarlo si sobra mucho.

Las plantas que componen este unguento son:

-Árnica (Chiliadenus Glutinosus)
-Hipérico (Hypéricum Perforatum)
-jolivarda (Dittrichia Viscosa)
-Rabo de gato (Sideritis Hirsuta)
-Romero (rosmarinus officinalis)
-Digital (Digitalis Obscura)

Hipérico (Hypericum Perforatum)


La digital (llamada "didalera negra") es tóxica si se ingiere. Por via tópica se emplea en cataplasmas para acelerar la cicatrización de la piel y para tratar contusiones, dolores musculares y articulares y hematomas.

Las plantas se recolectan entre mayo y junio y la jolivarda a finales de septiembre. Se meten en aceite (de oliva o almendras) en un recipiente opaco (para que la luz solar no lo descomponga) y se dejan macerar un mes después de haber recogido la planta. Maceré cada planta en aceite por separado y luego las mezclé, ya que cada planta se recolecta en fechas diferéntes. Luego se filtra el aceite con una gasa límpia sobre un colador.

Para darle consisténcia sólida usé manteca de cerdo (de la que se usa para cocinar, ya que lleva algunos conservantes para que no se enráncie y dure más tiempo, aunque puede usarse natural, de la carnicería. Que no tenga restos de carne), también cera virgen de abeja y resina de pino.

La proporción que usé era de 70 grs de manteca por 250 grs de aceite ya colado, 20 grs de cera y 10 grs de resina.

Comencé deshaciendo la manteca al baño maría. Hay quien la fríe, pero en mi opinión ese proceso es muy agresivo, ya que la desnaturaliza (cambia sus enlaces químicos).

Derretí la cera y la resina con el mismo proceso. Las posibles impurezas de la resina se quedan al fondo y se pueden sacar.

El aceite se puede calentar con el mismo método o diréctamente sin agua, pero si nos decantamos por éste último método el ACEITE NO DEBE HERVIR.

Añadimos la manteca derretida y removemos.

Añadimos la resina con la cera.

Se pueden añadir aceites esenciales naturales para darle olor agradable y propiedades extra a la mezcla. Me decanté por el aceite de cajeput, uno de los componentes del famoso "balsamo del tigre" e indicado para dolores musculares.

Antes de que se enfrie, se vierte en botes limpios y se deja enfriar.

Estos unguentos deben conservarse en frigorífico, sobretodo en verano, para conservarlos de forma óptima y así alargar su vida util.

Partiendo de este método podemos elaborar toda clase de unguentos. Solo hace falta saber qué plantas cumplen nuestro  propósito y cuando recogerlas.