miércoles, 18 de julio de 2012

Donde estoy viviendo ahora no tengo internet, por eso llevo mucho tiempo sin actualizar. Y siento tener que actualizar con esta entrada, pero necesito sacar lo que siento y compartirlo con otr@s pagan@s.

Hace unos días se declaró un incéndio en la Sierra de Mariola (a caballo entre la provincia de Alicante y Valéncia). El fuego llegó cerca de donde vivo (tanto en mi casa de la ciudad como en mi casa del campo, donde estoy viviendo ahora con mi familia).
A pesar de la distáncia el aire llegó a hacerse irrespirable y hasta comenzó a llover ceniza (me recordó vagamente a la película Silent Hill). Dijeron en la tele que nos habían evacuado de la urbanización (y que estábamos escondidos), pero muchas veces se recurre a la farsa grandificada para dar más importáncia, porque todos mis vecinos estában en sus casas...por el momento. Si el incéndio seguía avanzando sí que nos tendrían que evacuar. Y puedo aseguraros que esa desazón de saber que tu casa puede quedar envuelta en llamas (aunque sea una mínima probabilidad) es terroríficamente angustiante. Así que allí estaba recoguiendo a mis animales y cuatro cosas junto con mis documentos de identidad y demás por si nos tocaba salir pitando. Me estaba acordando de aquella inocente pregunta que suelen hacerte a veces: "si tu casa se fuese a incendiar ¿qué tres cosas salvarías?".

Por suerte el viento cambió de dirección y la sangre no llegó al rio (o las llamas no llegaron hasta el camping y la urbanización), pero el susto tardó tres días en quitárseme.

Luego vino el mazazo de ver cómo el lugar donde había pasado mi infáncia estaba arrasado por el fuego. La Mola de Serelles, peligrósamente cercana a mi casa de la ciudad, estaba calcinada. La zona cercana al Barranc del Cing (donde tengo un sencillo santuario en mitad del bosque) también ha sido tocada. Y el Montcabrer, mi montaña sagrada, llena de antiguos pozos de nieve e história, bajo cuyos tejos centenários solía ir a meditar y en cuya cima hice promesa a los Antíguos de erigir una vara horquillada (un Stang en algunas Tradiciones) en Su honor si el transplante de córnea salía bien.

Tres focos casi simultáneos. Oficialmente no se saben las causas, pero eso huele a intencionalidad tanto como huele a humo. Y no me explico hasta qué punto una mente puede estar tán enferma como para prender fuego a la montaña, esta Sierra de Mariola tán querida para todas las personas que vivimos en ella: alcoyanos, contestanos, bocairentinos...somos gente de montaña.

Y estas montañas fueron escenário de los episodios más bellos de mi niñez junto con mi familia y con amigos que ya no están en este plano de existéncia. Son la casa de los Espíritus que venero, esta tierra es donde vivieron mis antepasados y donde yo vivo, estas montañas son sagradas para mí. Y se han quemado. Y me duele.

Soy pagana, no solo porque profese una espiritualidad que me liga a la Tierra, a MI tierra o a mis Ancestros, ni tampoco porque viva en el campo. Soy pagana porque me siento parte de esa tierra donde nací y crecí y cuando entro a los bosques donde suelo ir a meditar o a realizar mis ritos no me siento una extraña, sino que siento como si volviese a casa después de una larga auséncia y así es.

La "civilización", el asfalto, el ruido y bullicio del hormiguero humano me resultan a veces insoportables. No desprécio la compañia de los demás (al contrário, la busco y disfruto como la que más). Pero la jungla de asfalto me asfixia.

La ciudad es donde los animales humanos nos establecemos para vivir cómodamente y vemos el "medio ambiente", la "Naturaleza" como algo ajeno que no va con nosotros.
Y ese pensamiento alienado, esa forma contra-natura de funcionar nos pone en peligro.

Somos parte de esta Tierra, somos una espécie animal más, la única suficientemente "inteligente" para poner en riesgo su existéncia alterando los ecosistémas tán importantes para su supervivéncia. Los vegetales que comemos y los árboles que nos dan oxigeno para respirar no crecen en el asfalto. El agua que sale del grifo cuando lo abrimos, no brota por arte de mágia...

Pasarán muchos años hasta que estas fotos vuelvan a repetirse










1 comentario:

  1. Qué fuerte eso que pasó. No me imagino cómo se siente eso de ver tu montaña en ese estado, lo que queda es dejar que todo renazca de nuevo, dejar que termine este ciclo de tristeza (y quizá enojo por aquello de la intencionalidad de lo ocurrido) y colaborar para que la naturaleza pueda fluir de nuevo.

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